Quiero compartir una historia con ustedes, me pasó ayer y creo que es una buena idea contarla para que los que se han encontrado en una situación similar o los que sean potenciales víctimas, puedan de alguna forma evitar una desgracia.
Ayer fui con Rafael y Alicia a Baranco, habíamos quedado con una amiga que celebraba su cumpleanios en un restaurante que está debajo del puente de los suspiros para ir a saludarla un rato. Nosotros no acostumbramos a ir a esos sitios, pero accedimos porque nuestra amiga es muy querida y no nos costaba nada aparecernos un rato. Al pisar Barranco, lo primero que nos chocó fue ver a un herido, en plena calle siendo atendido por un chico que lo había visto previo al accidente. El chico estaba sangrando del ojo y al costado de el, había un charco inmenso de sangre. En ese momento se acercaba un serenazgo, por lo que decidimos seguir de largo y llegar directamente al local. Claro que cuando llegamos nos dimos cuenta que no podíamos entrar porque había código de vestimenta y los hombres no podían entrar si es que llevaban puesto un short, lo cual me parece recontra ridículo dado el calor que hace. En fin, decidimos ni siquiera intentar entrar porque no necesitamos que el de seguridad nos rechace la entrada y optamos por hablar un rato con mi amiga en la puerta del local.
By Zdzislaw Beksinski |
A las 11pm nos retiramos y subimos los 3 por las escaleras rumbo hacia la plaza de Barranco para decidir si nos quedabamos ahí o nos íbamos cada uno a nuestras casas. Estábamos pensando ir al Hell Bar cuando de pronto me doy cuenta que nos estaban siguiendo. La calle estaba repleta de personas, pero cuando uno siente eso, es un sentimiento bien preciso. Rafael se dio cuenta también, estábamos los 3 tomados de las manos y en ese momento sólo pensamos simultáneamente en caminar más rápido e ir dónde un serenazgo o tomarnos un taxi o micro o lo que fuera que nos pudiera sacar de ese lugar en el acto. En ese momento, Rafael volteó a verlo a la cara, yo sabía que el pata estaba ya a medio metro de nosotros, pero sobreparó cuando Rafael lo encaró. Sólo duró unos segundos y retomamos la retirada. Lo que no nos esperamos era que el pata nos siguiera con maldad y hacinamiento, murmurando insultos e injurias. Frases irrepetibles, claro está. Pienso que lo que quería era que Rafael se volteara a golpearlo o a insultarlo, haciendo que me suelte. De esa forma, el único impedimento para poder hacernos algo a mi y a Alicia. Pienso que el pata no actuaba solo y que habían más de su especie entre la gente que estaba pasando. Por otro lado también me imaginé que el pata nos estaba haciendo escapar hacia un lugar específico, y ahí nos asaltaban a los 3.
Lo que el pata no se esperó, es que ninguno de los 3 le respondió, ni lo tomó como foco de atención. Los 3 estábamos buscando a los otros choros que actuaban con el. No encontramos nada, se supone que así debe de ser. El choro no dejaba de seguirnos ni de insultarnos, por lo que en un momento yo a propósito aminoré el paso, y me quedé cuerpo a cuerpo con el pata. No sé por qué lo hice, pero en esos momentos de adrenalina y pánico uno no piensa mucho la razón de sus acciones. Me lo quedé viendo. Se notaba que estaba drogado, pero no con alucinógenos, sino con coca o crack o algo parecido. Obviamente me sentí mal, pero aún tenía fuerza como para seguir caminando rápido. En ese momento, no sé si fue que el pata no se esperaba las reacciones que tuvimos, pero dejó de insultarnos con la misma vibra que antes. Dejó de ejercer esa presión descomunal, dejó de seguirnos con la misma necedad. Al momento que llegamos a la pista, el choro siguió hasta la iglesia y nosotros caminamos rapidísimo por la plaza y cruzamos en dirección al boulevard. Cuando volteamos, lo vimos en la plaza, buscando a alguien. No creo que nos haya estado buscando a nosotros, porque habíamos de alguna forma frustrado su asalto, pero estaba quizás buscando a una nueva víctima.
En ese momento, no lo pensamos ni un segundo y literalmente corrimos al único lugar en el que los 3 nos podríamos sentir protegidos. Al único lugar que pensamos que nos podrían ayudar. Corrimos al HELL BAR. Muchos no entenderán esto, pero les digo que nunca antes me había sentido tan en familia como pasó ayer. El entrar al local e instantáneamente escuchar Whitesnake fue para mi como regresar a mi casa y ver a mi mamá con un café caliente en la mano o una limonada bien helada. Nos sentamos, pedimos 4 chelas, escuchamos una sesión increíble de Hard Rock y Glam y el Chino nos invitó un round de shots algún trago con menta. Creo que nos vió palteados y nos quiso reconfortar (Gracias Chino!).
By Zdzislaw Beksinski |
Al punto que quiero llegar con todo esto es... las calles no son seguras, no pisen el palito, salgan en mancha (3 no son suficiente número), no entren en pánico, actúen fríamente porque no hay serenazgos cuando uno más los necesita. No hay tampoco una fórmula mágica para que no nos hagan danio en la calle, pero al menos con tomar algunas precauciones baja considerablemente el riesgo de sufrir algo malo. Por mi parte, creo que el haber salido de un lugar como al que fuimos (hasta la puerta) basta como para que nos vean como a un blanco fácil. Algunos dirán que es mala suerte, o el azar, pero a nosotros jamás nos había pasado algo como esto saliendo de un bar o concierto metal en todo Lima, y ese es un hecho innegable.